Gipuzkoa puede presumir de contar con una red asociativa que es un referente a nivel europeo y uno de los pilares fundamentales que sustentan y garantizan su futuro desarrollo social y económico. Un importante activo que destaca por su larga experiencia de cooperación social y empresarial y que constituye una de nuestras principales señas de identidad.
En este contexto incierto y cambiante que nos toca vivir, resulta indiscutible aceptar que la riqueza de un territorio no se mide exclusivamente con la renta per cápita, con el número de carreteras por las que desplazarse sin atascos o con el número de empresas que desarrollan su actividad. La riqueza de un país también se construye de forma silenciosa a través de redes sociales fortalecidas, de acuerdo a valores intangibles como la honestidad, la transparencia y la buena gestión.
Nuestro territorio cuenta con 5.475 asociaciones registradas oficialmente que se dedican a fines culturales, político-sociales, deportivos, socioeconómicos o educativos. Miles de personas que participan en estas organizaciones, conformando una red en la que está implicada, de una u otra manera, toda la sociedad guipuzcoana. Entidades, todas, que se encuentran en un momento de evolución positiva pero cambiante, tanto en el ámbito del voluntariado, como en el de las personas asociadas y que constituyen una de las grandes fortalezas del territorio y de su bienestar contribuyendo a dinamizar la vida colectiva y a dar respuestas a muchas necesidades sociales, culturales, económicas y políticas.
Una red cuya aproximación a su realidad nos sirve para ajustar nuestra política pública y que forma parte del llamado capital social, cuyo desarrollo y fortalecimiento es una apuesta estratégica y un objetivo prioritario de la Diputación Foral de Gipuzkoa para poder ser un Territorio más competitivo basado en los valores y las relaciones entre las personas.
La ciudadanía guipuzcoana es conocida y reconocida por su identidad y por el enfoque cooperativo de su desarrollo socioeconómico. Tenemos muchas cosas que nos hacen únicos, que pueden expresarse a nivel global y que nos van a conceder una posición de liderazgo.
Este mensaje va a tener también a buen seguro un impacto muy positivo en la ciudadanía que está respondiendo al desafío al que nos enfrentamos de manera positiva e ilusionante. Está todo ahí delante, únicamente nos hace falta la voluntad para cambiar. Cambios en los comportamientos políticos y sociales cuyo éxito depende de todas y todos. Por todo ello, desde la Diputación Foral de Gipuzkoa asumimos como propio el reto de ayudar a fortalecer la red asociativa de nuestro territorio ofreciendo respaldo, recursos y una permanente escucha activa. Desde la Oficina de Participación Ciudadana hemos dado un primer paso con la puesta en marcha del Registro de Entidades.
Este registro se crea para reconocer los derechos a la participación ciudadana de las entidades en él inscritas, dotándolas así de capacidad de intervención en los procesos participativos puestos en marcha desde la Diputación Foral y contribuyendo, de este modo, a reinventar el capital social, reformular la gobernanza y reforzar el dinamismo de sus redes sociales llevando a cabo un importante esfuerzo en la búsqueda de nuevos modelos que promuevan la interacción entre los diferentes niveles y agentes del sistema con el objetivo de definir acciones y políticas de forma más eficiente, basándonos en procesos que fomenten la apertura, la colaboración y la confianza.
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